sábado, 20 de marzo de 2010

La velocidad de la locomotora

Bajo la clara señal de adelante
en los dedos tiesos de un guardia irreal
se estrella una y otra vez
la abandonada locomotora gris

contra el tiempo.

Y sonríe burlona la brisa
frente a su nariz
haciendo alarde de su ser efímera
mientras continúa la locomotora
a un instante de alcanzar la meta

de la eternidad.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Alegría

He decidido revivir un poco este blog, y retomar uno de los deseos vitales más hondos que me llevaron a crearlo... Hoy comencé un taller de escritura creativa. Sabía que me hacía falta un poco de ayuda para escribirme y venía buscando espacios y materiales, pero recién ahora me permito asistir a un taller.
Resultado: una alegría que me brota de lugares tan hondos que me sorprende a mi misma hasta dónde llega lo que soy. Barril sin fondo!
un poemita para compartirlo:


ALEGRIA


Estoy parada justo donde quería

pisando suavemente mi lugar


tanto más suavemente


cuanto me eleva la alegría.




La alegría es un globo sin tiempo y sin límites.


Es incauta, desprevenida, ilógica


a la alegría no le inquieta su futuro ni su permanencia


no es mezquina ni es selecta


uno se alegra ahora como para siempre


sin medirse, explosivamente


con todo y sin poder elegir


(por esto si... por esto no...)



La alegría es un ahogo de vida

del que es mejor no cuidarse.

lunes, 8 de marzo de 2010

Mujeres

Tengo una emoción grande y un orgullo bien potente para hablar sobre las mujeres, las bellas, las admirables, las fuertes, las que tejen la trama que le da vida a la historia y las que van a cambiarla.
Aquí conmemoramos el día de la mujer los ocho de marzo, y más que una celebración es un día de memoria, de pensar en sus luchas, en sus reivindicaciones y en lo que han logrado para todas, para las que recién empezamos, para las que están naciendo y están creciendo ahora.
Las luchas de las mujeres son extraordinariamente solidarias, inclusivas y globales. Luchan por todas las mujeres y jamás se les ocurriría pensar en que exigen lo que exigen sólo para las propietarias, o las blancas o nada. Ningún "sólo". Las mujeres luchan juntas y por todas. Todas y todos. Aquellas primeras mujeres obreras que sufrieron aquellas primeras represiones fabriles también luchaban contra la explotación infantil; y eran compañeras de los obreros, mano a mano, igual de valientes, de tiernas y feroces.
Las mujeres que trabajan y que luchan por más belleza saben que este es su día y se alegran y sonríen y se saludan entre ellas con un amor y una sororidad dignas de una maravilla del mundo.

Hoy quiero hablarles a otras, las que están encerradas, las que no se animan, las que tienen miedo de salir, de ser. Las que no pueden porque están atrapadas, porque están secuestradas, porque están siendo explotadas, porque están siendo abusadas, maltratadas, violadas, en sus propias casas; porque están muriendo en partos a los que las obligaron en sus propias sociedades.
Quiero dejarles mi abrazo ancho, mi fuerza, mi solidaridad más profunda, con todo lo que me duele su dolor, y quiero poner todo mi deseo en sus honduras pálidas, para aportarles un poco de fuerza para salir, y las manos y el cuerpo para trabajar en lo que podamos hacer para ayudarlas.

Y quiero regalarles este video y esta canción tan potente (Ella, de Bebe), para que la canten conmigo a todo lo que nos da la voz -si no es posible, que grite la voz interior-, y para que reciban la energía de estas mujeres reales que ponen su fuerza para todas ustedes. Para todas nosotras.

domingo, 7 de marzo de 2010

Elogio de la mujer brava

No pude resistir la tentación de compartir con ustedes este texto, podría haberlo guardado hasta mañana, pero ya habrá mañana otro regalo para hacerles.
A las mujeres que admiro, a las que quiero por bravas. En las que me reflejo y me encuentro. Las que reconocen su valor y ejercen su poder como personas y más, como mujeres. Estas mujeres que serán capaces de ponerle a la historia -como vienen haciendo pero cada vez más- la inteligencia más humana y menos destructiva, la inteligencia que le falta a la historia de la especie en este planeta que nos sufre.
Mañana las honrare por trabajadoras, por constructivas, por hacedoras, hoy mi homenaje es simple y globalmente, por ser mujeres. Por animarse a serlo.

Es un texto que me pasó una compañera -de las que comparten el pan en la lucha-, de Héctor Abad Faciolince, escritor y periodista colombiano.


Elogio de la mujer brava

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas.. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

¡¡¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!

abrir los ojos

Abrir los ojos para soñar. Soñar para estar despiertas.
Despertar para ver el mundo
más acá, mucho más acá

de la realidad.