Se bajó del carro muy entrada la noche, después de tirar los restos de papel y basura que había cargado junto a los cartones, sin pensar dio agua al caballo y entró al ranchito. Sacó las monedas del bolsillo y se quedó mirándolas, volvió a contarlas: un peso con ochenta, -mañana compro arroz- pensó. Otra vez iba a cenar mate cocido.
2 comentarios:
gracias Noe por tratar de "desanestesiarnos", nos cuesta mucho, eso está claro, pero con tus palabras nos haces entrar un poco en razón...me pregunto que dirán los demas anestesiados cuando leen tus reflexiones...digan algo gilunes!
Leyendo este parrafo con Sigur Ros de fondo, estoy recontra desanesteciado
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