lunes, 19 de mayo de 2014

Cambio II

Hace 6 años escribí una nota sobre todas las posibilidades que se abren, cada segundo, a cada paso (Cambio). Era un acto de fe, una declaración de confianza en las oportunidades infinitas que tendría de ser cada vez mejor persona, de compartir cada vez más, de disfrutar. Y además un reconocimiento de la posibilidad de cambiar, si lo quería, desde la forma de hablar hasta el proyecto de vida.
Ayer una amiga me hizo un comentario sobre mi capacidad de adaptarme a los cambios, y yo volví a pasar por el corazón ese texto, esa sensación.
Si repaso estos últimos años en clave de cambios, encuentro montones de ejemplos. Cada vez que estoy a punto de dar un paso en una dirección diferente, vuelvo a sentir el mismo vértigo. Pero es verdad, como dice mi amiga, a esta altura ya sé que no es tan terrible, que, aún en medio de las condiciones más desfavorables, los cambios son mis decisiones, las mejores decisiones que puedo en cada momento (esto es: ya me dí cuenta de que no siempre tomo las mejores decisiones posibles, pero es un aprendizaje).
La primera vez que salí a caminar por Mar del Plata, les dije a quienes se preocupaban por mi soledad, que me iba a jugar a la niña exploradora. Ahora me parece que quizás viví un poco así estos años: explorando, jugando para aprender, probando, a riesgo de que me duela, cómo se sienten las cosas. Aprendiendo de las demás, que también viven y aprenden, para aprovechar mejor el tiempo.
Tengo problemas para decidir lo que parece lo mejor para todos. Me hago demasiadas preguntas, ¿Será lo mejor?¿Qué pasa si hago esto otro? Y habitualmente las preguntas ya son cuestionamientos más profundos a cosas más abstractas, y no puedo evitar sentirme movilizada por experimentar, para construir, mejores abstracciones.
Hay cosas que no han cambiado. El mundo me duele desde que era una niña. Mi vida es apenas un hilo en este entramado que es la Vida y quiero poner en juego todo lo que ella me ha dado, para contribuir a crear un mundo más lindo.
No se si alguna vez dejaré de tener esta vocación de niña exploradora. Si la adultez alguna vez significará para mí quedarme quieta.
Cada vez que decido cambiar espero que sea para siempre, pero incluso aquello que sostengo en el tiempo, me motiva a abrir otros caminos nuevos, a volver a pensarme, a mover algo de lugar.
Hay cosas que no se mueven, porque los cambios profundizan algunas certezas. Lo importante se vuelve más claro y se afianza con cada cambio. Lo importante es siempre lo mismo, no cambia, se expande, se desarrolla, crece, muestra un lado y muestra otro, pero es eso. Ya no me dan tanto miedo los cambios porque sé qué es lo que para mi se mantiene, sé qué es lo que a mí me hace feliz.
Sé que tengo miles de posibilidades.
Además del mundo, me pasan cosas que me duelen, más seguido de lo que me gustaría. Pero siempre aprendo algo.
Y además, o quizás también por eso, me pasan cada vez más cosas hermosas.

Que la felicidad los atropelle. 

sábado, 17 de mayo de 2014

Soltar

A partir de hoy camino esta ciudad de paso. La sensación de hogar sigue estando vinculada a las cosas. Cosas útiles, libros, apuntes, materiales para dibujar. Cuadernos donde escribí, fotos. Las cosas necesarias para hacer lo que una hace y vivir como una vive, y las cosas que hablan del camino que una viene recorriendo.
Prefiero estar de paso.
Aprender a dejar atrás lo que queda atrás, aprender a soltar, alivianar la mochila, aprender a volar.
La lección de dejar atrás lo que queda atrás es intensa este mes, parece que no tendré otra chance que aprenderla. Y ahí ya lo importante no son las cosas sino los vínculos que van quedando atrás, los que será más costoso aprender a soltar. No sé si lo mío es una vocación de amor eterno, que me resisto a dejar de amar a las personas, o es un vicio de posesividad. Alerta riesgo de que sea lo último.
Sólo convivo con quienes convivo, hoy. A veces yo también les ruego a algunas personas que me alejen de sus caminos. Y entiendo sus esfuerzos e insistencias porque yo también creo en construir los encuentros en vez de esperar al azar o al destino.
Sólo convivo con quienes hoy convivo.
Yo también insistí alguna vez que me dijeron que no, la primera vez me demoré años en dejar de insistir, creo que recién ahora estoy dejando de esperar que alguna vez me diga que sí un chico que se negó cuando yo era apenas una niña. Y cuando digo que se negó, no fue a una acción particular, se negó a cualquier cosa que pudiera pasar, charlar en una esquina, acompañarnos a un lugar, contarnos algo, reirnos, cuidarnos, querernos..
La última vez que insistí fue hace muy poco. En estos días lo estuve evitando y el esfuerzo ha sido importante. Sin haber hecho este repaso, ayer, no hubiera dicho que esto es algo que yo era capaz de hacer. Será que siempre condiciono mi autopercepción a lo que desearía ser.
Así, habiendo hecho este acto liberador, despedir a las cosas y la voluntad de soltar en mi a tal o cual, fui a la presentación del último disco de Inti Huayra: una hermosura. Me traje el disco y el espíritu lleno de haber recibido todo lo que tenían para ofrecernos.
Convivo con quienes convivo, suelto a unos y antes de tomar conciencia del todo, otros ya se apresuran a llenar los espacios de belleza, de dedicación, de gestos de amor, de creaciones y deseos de hermanarse a través de ellas.
Con lo que ya caminé hasta acá, con lo que ya aprendí, con lo que amé, con las personas con las que convivo, la sensación de plenitud es preciosa. Creía que dejar atrás algunos vínculos me generaría vacío, pero sólo me resuelve problemas.
Menstruando la vida adquiere mucha profundidad.

viernes, 2 de mayo de 2014

Es viernes y salgo a volar con mis hermanas pájaras

Es viernes y salgo desnuda a volar con mis hermanas pájaras
las veo y me enamoro del viento que las envuelve
de la fuerza con la que deciden la dirección de sus vidas.

Me dispongo a volar el fin de semana.

Voy a dejar todo
la biblioteca doblada y planchada
la mesa regalada con pizzas y carcajadas
fuentones repletos de colores tibios.

Quiero dejarlo todo
el buzo y el pantalón
los aros y los corpiños que me olvido de usar.
Desnudarme de principio a fin
desnudarme desde que nací
y volar en el solsticio de invierno
volar en el nuevo ciclo
volar desde adentro
hacia el corazón de los abrazos
hacia el inicio constante del amor.

Ahí descansan, flotando en el aire celeste
de sus mudanzas
de sus miedos
de sus rutinas esclavizantes
mis hermanas pájaras
y tengo el placer
la ilusión hermosa
la alegría eterna
de verlas desde mi propio camino de cielo y aire
hasta donde el viento nos junte.

abrir los ojos

Abrir los ojos para soñar. Soñar para estar despiertas.
Despertar para ver el mundo
más acá, mucho más acá

de la realidad.