Imagen: Julia Fullerton-Batten
Partimos de la idea de que el lugar de los jóvenes en una sociedad es una construcción más o menos pensada por esa sociedad. Más aún, la adolescencia tal como la entendemos nosotros, no existe ni existió en todas las culturas. En otras épocas el niño no era más que un adulto en miniatura, deficiente, incompleto, que cuando alcanzaba cierta altura pasaba a realizar tareas de adultos. Hay culturas en las que el rito de iniciación a la edad adulta se hace desde muy jóvenes, alrededor de los 11 años de edad. Es decir que “desde el vamos” la adolescencia es un invento nuestro y del que nos tenemos que hacer cargo.
Cuando hablamos del rol, hablamos del papel que se espera que cumplan ciertos grupos, en este caso los adolescentes y los jóvenes, en una sociedad. Dos aclaraciones: primero que esto supone que los grupos –por ejemplo, jóvenes, adultos, mujeres, profesionales- están insertos en una sociedad en función de la cual tendrán asignado un papel, o sea, los grupos no van a entenderse dentro de esa sociedad aislados, sino que tendrán una función, tendrán un deber que aporte a la comunidad. Segundo, cuando la sociedad espera algo de un grupo, más le vale a ese grupo responder a ese mandato, caso contrario se produce el rechazo, la discriminación, el “está mal visto”, y todos los mecanismos que puede darse esa sociedad para alinear al desviado.
¿Qué pasa en el caso de los adolescentes y los jóvenes? En nuestra sociedad los adolescentes no están preparados para muchas cosas de la vida civil y política, no pueden votar hasta cierta edad ni representar a otros, no pueden trabajar, ni agremiarse, ni fundar asociaciones civiles, entre otras cosas. Cuando llegan a cierta edad, por ejemplo para votar, igual siguen siendo demasiado jóvenes, y se considera que no tienen experiencia (“...Dicen la juventud no tiene para gobernar experiencia suficiente...” León Gieco).
¿Y qué pueden hacer los jóvenes? Estudiar.
Esta sociedad promueve, más en el discurso que en los hechos, la educación como valor fundamental, llave para “ser algo en la vida”, incluso la “educación permanente”. Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, sobre todo, pero yo diría casi exclusivamente, tienen que estudiar. Esa es su función: “formarse para el futuro”, sin proponer, sin quejarse, sin crear, sin opinar, sin ser casi tomados en cuenta. Los únicos que realmente debieran tomarlos en cuenta son los docentes – y los padres, responsables últimos de todo lo que los chicos hagan-. Aquí debería hacer un paréntesis, para recordar a todos los adolescentes y jóvenes que no pueden estudiar, porque el sistema los expulsa, porque tienen que trabajar demasiadas horas o porque la propuesta educativa no es accesible en sus costos, que después de esta mención quedarán otra vez completamente excluidos.
Cuando uno lo plantea así, suena un poco duro, y uno tiende a pensar que los chicos deben tener más funciones, que pueden hacer más cosas. Y sí, claro que pueden, pero casi nada de las demás cosas que pueden y saben y podrían hacer los chicos, se esperan socialmente de ellos. Sólo esporádicamente sus logros y apariciones pueden ser bienvenidas.
En conclusión, el rol de los adolescentes y jóvenes en esta sociedad es negativo, implica variadas responsabilidades que se agregan por su edad, pero poco protagonismo. La sociedad adulta emite el mensaje de que no le interesa lo que los jóvenes opinan, por lo que no se crean para ellos espacios de participación, ni lugares acordes a sus intereses. Además se los persigue, por ejemplo, cuando hay grupos de chicos en la calle, la gente piensa que pueden hacer algún daño, que pueden estar drogados o alcoholizados. Incluso suelen llamar a la policía. Hay mucho abuso, mucho desprecio de los adultos hacia los jóvenes.
Nos dijeron que esta “es la mejor edad” y sin embargo es también “la edad del pavo”. Es decir: los significados y discursos que esta sociedad tiene para este grupo son bien contradictorios, es necesario tomar una posición, la mía se sitúa en el Paradigma del Protagonismo infantil, que considera al adolescente como un “adulto subordinado”, al que no se le da ningún poder. Lejos de eso, tampoco se lo escucha. Pocos derechos se les reconocen, y pocas funciones sociales. O sea, se les dice: “ustedes no tienen nada útil para hacer ni para decir”.
Chicos y chicas: eso es mentira. Pocas personas en esta sociedad van a hacer algo por defender sus derechos, y abrirles espacios de participación social, política o económica, son ustedes quienes tienen que pensar y decidir qué es lo que pueden proponer al mundo. Quieren hacerles creer que a ustedes la participación no les interesa, para que no digan lo que les pasa, porque resulta que lo que a ustedes les pasa muchas veces es síntoma o consecuencia de lo que ellos hicieron mal. Ellos, los que ya tienen experiencia, los que ya tienen funciones, los adultos, los “autorizados”.
Es hora de empezar a hacer frente a todo lo que les quieren vender. La moda homogénea, el consumismo, el ser perfectamente funcionales a un sistema que los oprime. Un sistema que los prepara para el futuro como si ustedes no fueran personas capaces y pensantes hoy. Lo son, chicos. No crean lo contrario. Demuestren que más allá de todas las normas que quieran imponerles, ustedes pueden crear y decir mucho.
Como saludo final, por hoy, les dejo una poesía de un adolescente: Germán Guedes, por un lado porque, si bien puede leerse dirigida a algún amor, también puede entenderse como un llamado de atención al mundo adulto. Y por otro lado, porque es una muestra de lo que ustedes pueden hacer si quieren, para muestra... basta un botón:
Cero
Soy el número no número
más allá del más y el menos
ni muy malo ni muy bueno
en tu mundo soy un cero.
Del ayer fui mi reflejo
del futuro seré nada
para qué cantan las hadas
en tu mundo soy un cero.
Busco en ti lo que no tengo
busco y pierdo la esperanza
la nostalgia se abalanza
en tu mundo soy un cero.
Ya no puedo pero quiero
entregarme a la mañana
derramarme en la ventana
en tu mundo soy un cero.
Ya no puedo pero quiero
terminar con este día
acabar esta agonía
en tu mundo soy un cero.
Soy idiota sin esmero
más allá del más y el menos
ni tan malo ni tan bueno
en tu mundo soy un cero.
Germán Guedes
5 comentarios:
Muy buen artìculo, hay mucha verdad en tus palabras. El poema està dirigido a un amor, lo escribì cuando tenìa 17 años, por lo q se aplica perfectamente a todo lo q decis, ya q a esa edad me sentìa un cero frente a un mundo adulto q se me venìa ensima. Muchas gracias por compartir mi poema con tus lectores. Saludos. Germàn Guedes.
Un artículo muy cuestionante. Es hora de dejar que los adolescentes y jóvenes SEAN.
Me encantó tu artículo, ya que soy una adolescente de 17 años qe comparte tus ideas, y me senti plenamentente identificada con lo uqe escribiste y con el poema :)
En principio es un honor y una alegría grandes que hayas pasado por acá, Germán, no sé cuántos años tenés ahora y me gustaría saber si seguís escribiendo. Me sentí muy orgullosa de las personas "adolescentes" en vos y en tu poema. Gracias.
Juan Manuel, me alegro de que te haya resultado así, acuerdo con vos, ya es hora.
Cami, me encanta que te encante y más que te sientas identificada, pasaselo a los adultos que consideres que lo necesitan ;)
La verdad me encanto.. esta muy bueno y me sirvio mucho para reflexionar aparte de mis tareas jejej
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