Ella me muerde
yo la rasco.
Ella me lame
yo me dejo.
Ella se tuerce
la acaricio
nos sentimos.
Ella juega con los silencios
y yo con las palabras
le hablo
ella calla y me choca
me acaricia con su cuerpo
a lo largo.
Yo dejo de caminar
para tocarla.
Dejo de trabajar
para tocarla.
Dejo de hablar
para tocarla.
Y antes de que se duerma
apoyada sobre mi
ronroneamos.
miércoles, 7 de julio de 2010
martes, 6 de julio de 2010
El sol pega fuerte
Ya a media mañana
el sol empezó a pegar con todo:
con brazos de sol que no son rayos
con pájaros incendiados
con meteoros.
Primero los turistas se sobresaltaron
más tarde directamente desesperados
guardaron sus cuerpos bajo las sombrillas.
¡Golpes de brasas sobre la lona!
¡Golpes de puño en las cabezas bronceadas!
El sol estaba decidido
explotando en una ira que traía guardada.
Gritaba y golpeaba la playa encendida
en llamas de norte a sur.
Ojotas derritiéndose
niños llorando horrorizados.
No hubo nunca más dibujos
de soles alegres
con brazos de rayos.
el sol empezó a pegar con todo:
con brazos de sol que no son rayos
con pájaros incendiados
con meteoros.
Primero los turistas se sobresaltaron
más tarde directamente desesperados
guardaron sus cuerpos bajo las sombrillas.
¡Golpes de brasas sobre la lona!
¡Golpes de puño en las cabezas bronceadas!
El sol estaba decidido
explotando en una ira que traía guardada.
Gritaba y golpeaba la playa encendida
en llamas de norte a sur.
Ojotas derritiéndose
niños llorando horrorizados.
No hubo nunca más dibujos
de soles alegres
con brazos de rayos.
Cayó la noche
Pasadas las 8 cayó la noche
se tiró de un salto al vacío
en la cocina sentimos el ruido sordo
temblaron lámparas y cortinas.
La noche se hizo trozos en la calle
colgaban pedazos de noche de los techos
corría un señor chorreado de noche.
La oscuridad desplomada en el piso
espolvoreada de estrellas
como sopa de luciérnagas
parecía lanzar su último gemido.
La noche, para siempre derrotada
sin despedirse, dejaba paso al calor
a los brazos implacables de la luz
a la ausencia de los sueños que alivian
y mientras la cubríamos de lágrimas secas
nos atrapaba el terror del nuevo día.
se tiró de un salto al vacío
en la cocina sentimos el ruido sordo
temblaron lámparas y cortinas.
La noche se hizo trozos en la calle
colgaban pedazos de noche de los techos
corría un señor chorreado de noche.
La oscuridad desplomada en el piso
espolvoreada de estrellas
como sopa de luciérnagas
parecía lanzar su último gemido.
La noche, para siempre derrotada
sin despedirse, dejaba paso al calor
a los brazos implacables de la luz
a la ausencia de los sueños que alivian
y mientras la cubríamos de lágrimas secas
nos atrapaba el terror del nuevo día.
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Despertar para ver el mundo
más acá, mucho más acá
de la realidad.
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