Pasadas las 8 cayó la noche
se tiró de un salto al vacío
en la cocina sentimos el ruido sordo
temblaron lámparas y cortinas.
La noche se hizo trozos en la calle
colgaban pedazos de noche de los techos
corría un señor chorreado de noche.
La oscuridad desplomada en el piso
espolvoreada de estrellas
como sopa de luciérnagas
parecía lanzar su último gemido.
La noche, para siempre derrotada
sin despedirse, dejaba paso al calor
a los brazos implacables de la luz
a la ausencia de los sueños que alivian
y mientras la cubríamos de lágrimas secas
nos atrapaba el terror del nuevo día.
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